El gallo opinando / 2 |
Discos de colección en vinilo Orígenes, un Gnóstico de la primera hora, se cortó los testículos, allá por el 200 DC, para no sentir más deseos terrenales que lo distrajesen de enseñar sus complicadas teorías filosóficas. El mundo siguió girando igual pero él ya no podría ser tentado por ninguno de sus cantos de sirena. Una versión más modesta sería que algunos “compradores” de discos por lo menos se mordiesen la lengua antes de hablar. Están lo que te dicen “Ahora vuelvo, voy al cajero” y te dejan los discos para siempre sobre el mostrador que como novias desengañadas retornarán a las bateas entre discretas risas y cautas mofas de los demás discos. Guardarán su trajecito de novia en el baúl de naftalina y esperarán a otro príncipe que se los lleve. También pululan otros que te dicen “Si mi amigo vine acá, seguro que te compra todo”. Nosotros le respondemos siempre algo así como: “Dame el fono de tu amigo, flaco, que yo lo llamo, no es necesario que vuelvas”. Otro espécimen que anda suelto es el que revisa TODAS, TODAS las bateas y que por supuesto no se lleva nada. Mira la hora cada tanto y continúa con su tarea de inspección no solicitada. (Lo que demuestra que está en tu local para hacer tiempo y nada más.) Algunas veces te mira y te pregunta alguna banalidad. (Lo que demuestra que está en tu local para hacer tiempo y nada más.) Otros entran corriendo, se abalanzan sobre un disco, lo sacan de batea entre ¡¡NOOOOOOO!! Y ¡¡MIRAAAÁ!! (No importa si van acompañados o no). Alternativamente miran la placa de cerca y de lejos. ¿Para qué? ¡Dios mío! ¿Para qué? ¿Serán miopes tal vez? Después se van tan rápido como llegaron. (Lo que…) Un subgénero que perdurará por siempre, los nostalgiosos:
A) “¡¡UUUUYYY!! ¡Éste yo lo tenía”(O mi padre lo tenía, o mi abuelo lo tenía, o Hitler lo tenía, etc., etc.) Con sus variantes C, D, E, F…Z: “Lo regalé, me lo robaron, lo alquilé, lo presté, lo vendí, lo hice mierda en un baile, se lo dí a un chabón que se fue a Odessa y me cagó”, etc., etc. De más está decir que tampoco compran absolutamente nada. Otro subgénero que aparecerá por siempre, los profesores:
Luego están los “profesores” que, con minita incorporada recientemente, salen a dar clases de militancia discográfica: “¡¡Mirá!! Acá toca Fulano, (con presente histórico y todo) es de fines de los 60, fijate que en la tapa dice…Pero….Aunque ahora…Creo que tenía otra tapa…. ¿Tenía tapa doble, no?... A ver… ¿O me parece a mí?…Y tenía un insert…. ¡Fue censurada! ¡¡Claro, fue censurada!! ¡Por los milicos fue censurada! ¡Y sí! ¿Qué querés? ¡Si estaba Onganía! ¿Onganía, era? ¿Te acordás del Cordobazo, vos?” Ella nacería mucho después de la gesta de Tosco y sus muchachos pero igual no se desprende de su brazo. Lo mira embobada ante tanto dato al pedo y pensando en unos zapatos preciosos que vio una cuadra antes de la disquería asiente varias veces sonriendo y calla. (También se van sin comprar nada) Uno, de obsesivo que es nomás, tiene los discos en orden alfabético. Ese orden es (para los grupos) desde la A de Abba a la Z de Zappa, por ejemplo. Un diálogo real:
-¿Te puedo ayudar en algo? |