LA HISTORIA |
DAMAS Y CABALLEROS: Pasen y vean; uno es más lo que hace que lo que realmente es. El Gallo Cantor no está pensado (aunque lo aluda el nombre) para ser un mero corral de aves. Ni siquiera un criadero de pollitos. Tampoco es un despacho de huevos. Aunque sí los tuvo y los puso para abrir esta verdadera disquería alternativa allá por 1986 D.C. año muy duro en Argentina pero no tan distinto a los que fueron ni a los que vendrían después. En una pequeña y casi secreta galería ubicada en Libertad 1172 esquina Santa Fe, en Buenos Aires, República Argentina, América del Sur, Planeta Tierra, Sistema Solar, este Gallo comenzó ofreciendo material de rock de los años sesenta en vinilo, música latinoamericana, cintas de escritores y poetas relatando sus propios textos y diferentes singularidades.
Veintitrés años más tarde (de labor no interrumpida) se ubicó donde siempre debió estar: en Corrientes 1382 (LOCAL 23). En esa Avenida, sorprendente ensalada de libros y encuentros furtivos, locos de verdad y también de mentira, gritos, ruidos, cafés, espectáculos de toda índole y punguistas, discos, sexo al paso y comidas ídem, laterales de restoranes famosos, sigue este Gallo terco ofreciendo lo mejor de sí. Amplió su oferta con libros, dvds, revistas y rarezas de toda índole: Brecht cantando y tocando el piano, Perlongher recitando, los Beatles sonando y nosotros atendiendo. Empecinados en buscar para otros esas perlitas tan codiciadas: un libro primera edición de Borges, un disco pequeño de la mítica Violeta Rivas, extraños imanes que serán atraídos por las puertas de las heladeras de todo el mundo, compact discs de Perú, junto a un vasto muestrario del rock nacional, música de Cabo Verde, vinilos búlgaros de Queen o videos candomberos del querido Montevideo. Ya con una módica fama entre sus plumas, y con caseras alegrías que dan los logros pertinentes, ha sido reconocido por clientes famosos (pasto para nuestro ego) como Felipe Pigna, Carlos Ulanovsky, Tata Cedrón, Nacha Guevara, Roberto Petinatto y Fernando Noy. El Gallo Cantor, puesto tanto con amor como con conocimiento de causa, brinda a esa franja desatendida de coleccionistas a ultranza, turistas curiosos, profundos conocedores de vinilos, trasnochados maníacos, urgentes compradores y/o amigos porque sí, un pequeño tesoro que vale la pena conocer.
Y para que también vean que no somos mentirosos, ni agrandados, ahí van unas muestras de nuestro extenso archivo:
Además, reconocemos nuestras faltas: no tenemos ningún tipo de tarjeta de pago. No abrimos a cualquier hora y abrimos los sábados y los domingos. Nunca tenemos cambio. Nunca atendemos con desgano. Nunca decimos colorado, decimos rojo como debe ser. No tenemos ningún empacho en pronunciar (o escribir en este caso) los siguientes términos: Amarillo, Víbora, Elio Roca, Náufragos, Pelvis, Juan Ramón (amigo de la casa) ¡Que dios nos asista! Hugo Latorre. Junio 2008. |